Gabriel Sopeña se cobra las ‘diez de últimas’ en l’Hospitalet

11.02.2024

Anaquelesabarrotados, blog de Jesús Gella Yago, (6 febrero, 2024): Gabriel Sopeña, final de Gira 'Cantar 40'. Proyecto Cultural Barnasants 'Cançó d'Autor', Auditori Barradas de L'Hospitalet de Llobregat. 3 de febrero de 2024, 20:00h

Poco se conoce con certeza de su origen pero, si hay un juego de cartas con arraigo en Aragón, ese es el guiñote. Este pariente de la brisca y el tute atiza el entusiasmo y el compadreo en cantinas y bodegas, y aligera a los universitarios del remordimiento por un excesivo asueto. Durante el juego, el afortunado emparejamiento del rey y la sota de un mismo palo da derecho a un cante que lleva asociada la suma de tantos adicionales. Veinte si son rey y sota de un mismo palo (llamémosle) ordinario, cuarenta si son rey y sota del palo que se ha señalado como triunfo. La suerte de cantar cuarenta no se da en todas las partidas, pero el peso de los puntos que otorga suele ser decisivo en el conteo final. Si la misma dupla que ha cantado cuarenta suma al final los otros diez tantos que supone hacer la última baza, la partida puede quedar sentenciada.

Gabriel Sopeña decidió bautizar la gira con la que ha celebrado cuatro décadas de trayectoria con el significativo título 'Cantar 40'. Algo que, como hemos dicho, no siempre se logra en el guiñote o la vida, pero de lo que Gabriel Sopeña sí puede presumir al consolidar una carrera tan dilatada como escritor y cantor; y, sobre todo, por tener la oportunidad y coraje de celebrarlo con una banda de seis excelentes músicos bajo los focos de múltiples escenarios. Para cantar cuarenta y que hacerlo coadyuve al éxito, interviene tanto la fortuna de las cartas como el modo en que se juegan y el entendimiento con el compañero que comparte el devenir del juego. Durante estos cuarenta años Gabriel Sopeña ha jugado sus cartas con libre honestidad en forma de poemas y canciones, maridando rock y poesía, y los ha transitado con vihuela de trovador al hombro junto a compañeros de profesión y vida, camaradas, socios y más de un compinche, con los que ha crecido y a los que también ha hecho crecer con lealtad, arte y nobleza. Durante el año pasado Gabriel Sopeña cantó cuarenta con temple y fortuna durante una docena de conciertos repartidos por la geografía aragonesa. Ya solo era cuestión, para redondear gira, partida y coto, cobrar las diez de últimas en una última baza.

Prácticamente desde que se anunció la gira 'Cantar 40' se apuntó a un posible cierre en Barcelona, en el marco de una nueva edición del Projecte Cultural Barnasants Cançó d'Autor. Esta iniciativa nació en la segunda mitad de la década de los noventa, cuando la llamada canción de autor no vivía precisamente su mejor momento, y desde sus primeros pasos en las Cocheras de Sants ha contado ya en alguna ocasión con la presencia de Gabriel Sopeña. Este año, que conmemora el 50º aniversario de la Revolución de Los Claveles, se desarrolla en diferentes escenarios entre los que se halla el Auditori Barradas de l'Hospitalet de Llobregat. Allí, el sábado 3 de febrero de 2024, se jugó la última baza de la gira 'Cantar 40' que arrancó en 2023 en el Teatro Principal de Zaragoza.

Las luces del Auditori Barradas se amortiguaron pasadas las ocho de la tarde y el eco de una marcha sobre crujiente gravilla inundó el patio de butacas. 'Grândola, vila morena' de José Zeca Afonso, igual que en la primavera de 1974 determinó que la revolución estaba en marcha contra el 'Estado Novo' de Salazar, pareció invitarnos a considerar que en nuestro ámbito íntimo, allá hasta donde alcanza la longitud de nuestros propios brazos, somos los responsables del cambio, la disidencia y la insurrección.

La banda de seis sospechosos habituales de la escena aragonesa que acompaña a Gabriel Sopeña en esta gira tan especial ocupó sus posiciones en el escenario y convocó al protagonista de la noche con los primeros acordes de Brillar y brillar. Con los brazos abiertos acogió Gabriel el aplauso del público antes de lanzarse a por Un corazón como tú, en la que brillaron la guitarra de Julio Calvo Alonso y el acompañamiento vocal de una banda que sorprendió a parte del público con una energía eléctrica pocas veces asociada al concepto o idea tradicional de canción de autor. El hammond de Óscar Carreras llevó a lo más alto el siguiente tema, Resaca. A continuación se colgó Gabriel la guitarra de doce cuerdas y tomó Eva Lago la pandereta para abordar la preciosa Como antorchas.

Después de encadenar sin casi respiro los cuatro temas, se dirigió Gabriel por primera vez directamente al público mientras Óscar Carreras hermoseaba el ambiente con un sutil fondo de piano. Lo hizo en catalán, lengua que usó durante todo el concierto, para ubicar en el tiempo las cuatro canciones que acabábamos de escuchar. Resaca (single de Ferrobós de 1987), Un corazón como tú (que abría el primer LP de El Frente en 1991), Brillar y brillar (compartida con Loquillo también en 1991 en el que sería el principio de una amistad prolongada hasta hoy) y la más reciente Como antorchas (incluida en el álbum Sangre Sierra de 2017 a partir de un texto de su propio poemario Máquina fósil) conformaron una elocuente carta de presentación, resumen de los cuarenta años de trayectoria musical que ha venido celebrando. O, al menos, con ese propósito nos parecieron haber sido elegidas.

A continuación, también del álbum Sangre Sierra, se derramó la melancólica belleza de Queda tan lejos el cielo, engrandecida por el evocador slide de Jorge Gascón (con caballito tequilero en el anular) que se trenzó al final con un estupendo solo de Julio Calvo Alonso. Dejó a un lado la guitarra Gabriel para liberar toda su expresividad gestual en Lisboa, que fue dedicada a Pere Camps, director del Projecte Cultural Barnasants. Aunque Gabriel tuvo algún problema con la primera estrofa, el dramático desgarro de Lisboa nos asomó al estuario del Tajo con las escobillas de José Luis Seguer Fletes, el vibrante bajo de Guille Mata, los delicados punteos acústicos de Julio Calvo y Jorge Gascón, las teclas con aroma a guinda y puerto de Óscar Carreras y el tambor de mão con el que la cantora Eva Lago se pertrechó para tan sugerente viaje. Cediéndole el escenario se hizo a un lado Gabriel, presentando la siguiente canción como 'un homenaje a todas las mujeres que suena mejor si la canta Eva Lago'. Eva derrochó voz y carisma en Mujeres de ambas orillas, mientras José Luis Seguer Fletes confeccionaba a medida un primoroso ajuar de percusión con sabor a cachaça, sour y suspiro.

De regreso al escenario Gabriel invitó a alargar un poco más el merecido aplauso a Eva, antes de volver a colgarse la guitarra para unir sus dos voces en Cantores. 'Siempre en el corazón Mauricio Aznar', exclamó lanzando un beso al cielo dirigido al añorado compañero de viaje con quien la grabó en el primer álbum de El Frente.

Este primer recuerdo a Mauricio Aznar solo podía significar que era hora de recurrir al eterno cancionero de Más Birras. El aire rockabilly de Para llegar a ti, la última canción que grabaron Más Birras para el álbum Tierra quemada de 1992, refrescó el ambiente con el swing de Julio Calvo, el contundente ritmo de Fletes y con Guille Mata ocupando el puesto de Jorge Gascón al frente del escenario.

A continuación, la conmovedora Una cruz en el saso nos sacó las emociones a flor de piel y de lagrimales. Un sentido canto a esos pueblos que por despoblados ya no lo son, llámense Susín, Escó, Lacort, Jánovas o el más literario Ainielle, o al último viejico que no necesita sobre su cabeza otro cielo distinto al que su mirada ha buscado cada día de su vida. Vello como escarpias con la batería de Fletes, el piano de Óscar y el solo final de Jorge arropando tan arrebatador texto.

Una cruz en el saso acababa de abrir uno de los tramos más emocionalmente intensos del repertorio. Para el siguiente tema se quedaron solos en el escenario Gabriel y el reverendo Jorge Gascón. Mano a mano y dedicada a Silvia y Jesús, una pareja del público que había viajado desde Zaragoza para la ocasión, interpretaron la redentora Acto de fe que Gabriel cedió a Loquillo para su álbum Viento del Este de 2016. Sonó sobria, descarnada, cristalina y sincera, solo voz, guitarra y armónica. Todo alma, pura emoción, desde aquí nuestro agradecimiento por el cariño y la dedicatoria.

De nuevo con la banda al completo sobre el escenario y sentados sobre sendos taburetes, Gabriel Sopeña y Eva Lago recordaron al poeta Ánchel Conte, fallecido el pasado noviembre, interpretando a dúo Mai (Madre) en su aragonés original. Sobre un evocador fondo de piano de Óscar Carreras la recitó previamente Gabriel en castellano. El recuerdo de su propia madre, también fallecida en junio de 2023, le incitaba a buscar el reconfortante abrigo de la mano de Eva. Un ejercicio de amor y entereza que, a quienes tenemos ya una edad para haber visto desvanecerse memoria y hueso de seres muy queridos, nos hizo aflorar cierta humedad en los ojos al llegar a esa frase repetida como un doloroso mantra: 'Mai, ni sisquiera tú?'

Para relajar la intensidad, a pesar de la cruda lucidez con la que caracteriza a sus personajes el ácido texto de Jacques Brel en Con elegancia, Gabriel Sopeña la introdujo bromeando con la idea de que 'con treinta años esta canción era simpática, con cuarenta era un poco peor, con cincuenta… (silencio elocuente). Pero ahora, es simplemente dramática'. Brillaron con luz propia las guitarras trenzadas de Julio Calvo y Jorge Gascón y el planeador trino de hammond de Óscar Carreras, para el que Gabriel reclamó un gran aplauso.

Después de presentar a la banda y de agradecer a Kike Cruz su labor en los controles de sonido atacaron desde el estribillo Soltando lastre, a la que los coros que envolvían la voz de Gabriel y la obstinada batería de Fletes llevaron a lo más alto en un explosivo e irresistible crescendo. La guitarra santanera de Jorge Gascón dio sabor latino a Promesas rotas, mientras que el bajo trepidante de Guille Mata y la batería de José Luis Seguer Fletes imprimieron ritmo de locomotora a la dylaniana El hombre del tambor, en las que fueron segunda y tercera visita respectivamente al LP Tierra quemada de Más Birras.

El concierto se acercaba a su final y el primer bis llegó con Cass, la chica más guapa de la ciudad. Con una versión tan natural, desnuda y hermosa como la protagonista tomando el sol de las cinco de la tarde, quedó desmentido que del abyecto y atormentado imaginario de Charles Bukowski no pueda germinar algo bello y luminoso. Aunque sea a través primero del tamiz de J. L. Rodríguez y de la dupla Sopeña/Aznar después.

Prescindiendo por una vez de su catalá comanche, recurrió Gabriel al castellano para recordar que recientemente ha sido reconocido con el Premio de las Artes & Letras de Aragón en la categoría 'Música' lo que, bromeó, 'significa que me estoy volviendo inofensivo'. Afirmó que 'no se cumplen cuarenta años sobre los escenarios solo; no llega uno solo y sin ayuda hasta un momento así'. Que 'si tuviera que elegir a una única de entre todas esas personas que encarnara la esencia de la generosidad y que nunca se haya detenido para elevar el espíritu de los demás' sería 'su compañero de vida' Jordi Pegenaute. El guitarrista granollerense subió al escenario con su Stratocaster roja para desplegar el cristalino y preciso hechizo de sus dedos en Un fogonazo.

Con toda la banda sobre el escenario y el extraordinario refuerzo de Jordi Pegenaute pusieron el imbatible broche final con Apuesta por el Rock and Roll de Más Birras, rotundo himno del que (según afirmó Gabriel Sopeña en una reciente entrevista para Ràdio Estel) existen unas doscientas cincuenta versiones. En la película La estrella azul de Javier Macipe, Mauricio Aznar encarnado por Pepe Lorente afirma que, para él, 'Apuesta por el Rock and Roll lo que significa es ser cada día un poco más libre'. Una forma de afrontar la vida, de entender el mundo, de gastar cartuchos con más o menos ventura pero sin dejar de aspirar a un horizonte prometedor, diáfano y libremente elegido. La enloquecida tríada de guitarras eléctricas arrastrada por el arrollador ritmo de la batería nos condujo inexorablemente hasta esa última línea que (¿cómo es posible?) aún nos sigue erizando el vello cada vez que la escuchamos,

Así llegaba a su fin la gira Cantar 40 de Gabriel Sopeña, cobrando las diez de últimas en una irreprochable última baza en la que las cartas vinieron bien dadas, fueron jugadas con sabiduría y desenvoltura y los compañeros de juego respondieron con maestría y destreza. Partida ganada y coto resuelto. Abrazos sobre el escenario y también abajo, en el patio de butacas.

Mesa y tapete quedan vacantes pero, en breve, Gabriel Sopeña tiene prevista la publicación de un nuevo disco titulado Desiertos. Será entonces hora de barajar el mazo, cortar, repartir cartas y renovar la necesaria apuesta por la poesía y el rock. Nosotros, sin duda, nos sentaremos a la mesa dispuestos a cantar cuarenta y tantos junto a Gabriel. Todos los que hayan de venir.

¡Arrastro!