Crítica de Javier Losilla de Gabriel Sopeña: El jardín de los senderos que se bifurcan
JAVIER LOSILLA. El periódico de Aragón. Zaragoza | 04·04·23
A Jorge Luis Borges debemos 'El jardín de los senderos que se bifurcan', espléndido relato que anticipó lo que más tarde se llamó hipertexto y los conocidos como mundos paralelos. Diríase que también predijo la carrera musical de Gabriel Sopeña, artista de universos múltiples y canciones diversas, que además de componer para su mismidad, Más Birras y Loquillo, ha escrito canciones para no pocos artistas. En el oficio de escribano musical y cantor lleva 40 años, que, refutando al tango de los 20, dan para mucho, y el lunes tuvo a bien recordárnoslo, revisando en directo una pequeña porción de su repertorio, desde sus primigenios tiempos de Ferrobós y El Frente hasta prácticamente anteayer, pasando por sus trabajos para Más Birras y Loquillo.
Sopeña, en ese jardín de senderos bifurcados, estuvo muy bien acompañado por Óscar Carreras (piano, teclados y voces), Jorge Gascón (guitarras voces), Eva Lago (segunda voz), Guillermo Mata (bajo y voces), José Luis Seguer 'Fletes' (batería y percusiones) y Julio Calvo Alonso (guitarra eléctrica y voces). Una banda cañón, dígase ya, que, bajo la dirección musical de Guillermo Mata, ha trabajado de lo lindo para liberar del lastre del tiempo a algunas piezas compuestas hace muchos años.
Un grupo como el huracán Harvey
Con el grupo sonando como el huracán Harvey, y un Sopeña agarrotado por la responsabilidad y engullida su voz por la potencia de los músicos, abrieron la velada las canciones 'Brillar y brillar', 'Como antorchas', 'Un corazón como tú', 'Resaca' y 'Queda tan lejos el cielo', con un remate instrumental antológico. Pero no hay nervios que cien años duren en un artista que ha pisado más escenarios que Brad Pitt alfombras rojas: 'Con Lisboa' (un hermoso fado / vals), 'Por los ojos de Raquel' y 'Orillas' (cantada en solitario por Eva Lago), la cosa se fue asentando y Sopeña aterrizó indemne en 'Para llegar a ti', 'No volveré a ser joven' y 'Acto de fe'.
'Mai', con texto de Ánchel Conte, fue un emotivo paseo por la lengua aragonesa; 'Me gustaría darte el mar' dio otro golpe de sentimiento al sumar a las voces de Gabriel y Eva la de Carbonell (autor de la canción), con la guitarra de Joaquín como testigo mudo del homenaje. Un ritual que se repitió con 'Cantores', tributo a Mauricio Aznar. 'Cuando fuimos los mejores', 'Con elegancia', 'Soltando lastre' y 'El hombre del tambor' sacaron lo mejor de Sopeña como intérprete y reconfirmaron de la valía de la banda. Y la apoteosis final llegó con 'Cass' (dedicada a Laura Gómez-Lacueva), 'Otro lugar bajo el sol' y 'Apuesta por el rock & roll'.
Ilustre doctor por la Universidad de Zaragoza, además de artista de la pista, Sopeña sabe, con Balzac, que hay perfecciones irritantes, y de ahí que como intérprete combine desde antaño emoción e imperfección. Pero sus canciones le permiten, como a Teseo, salir del laberinto y entrar con gloria en el jardín de los senderos que se bifurcan.