Estrella en la sombra. Gabriel Sopeña ofreció un magnífico concierto en la Plaza López Allué de la capital oscense
LUIS LLES. Diario del AltoAragón- Crítica musical- 24/04/23
El doble de nada sigue siendo nada. Así que si como dice la letra del tango, veinte años no es nada, entonces cuarenta años tampoco. Y cuarenta años son, precisamente, los que han transcurrido desde que el zaragozano Gabriel Sopeña iniciara su carrera discográfica con los Golden Zippers, el grupo de rockabilly que lideraba su compañero del alma Mauricio Aznar (después fundador de Más Birras) y en el que Sopeña desempeñó tareas de compositor, productor y ocasional armonicista. No diremos que parece que fue ayer, pero tampoco da la impresión de que haya transcurrido tanto tiempo desde entonces. En todo caso, el último libro de este creador incansable se titula Cantar Cuarenta. Cancionero completo 1983-2023, un título celebratorio que ha servido también de base para montar su gira Cantar 40, que comenzó a principios de este mes en el Teatro Principal de Zaragoza, y que el pasado sábado arribó a la Plaza López Allué de Huesca Su primera vez en nuestra ciudad.
Llama poderosamente la atención que, inexplicablemente, en estas cuatro décadas Gabriel Sopeña no hubiera tocado nunca en la capital oscense. Su anterior y único "bolo" aquí fue la muy interesante conferencia que este profesor y doctor en Filosofía ofreció el año pasado sobre la religión de los celtíberos en el marco de las Noches Mágicas del JEA. Así que el sábado Huesca pudo finalmente saldar la deuda que tenía pendiente con Gabriel Sopeña, que, sin duda, es uno de los músicos más relevantes que ha dado el panorama aragonés. No en vano, ha compuesto temas para Labordeta, Bunbury, Los Rebeldes, Más Birras o Loquillo -de quien desde hace ya años constituye su brazo derecho-, y ha colaborado con artistas de la talla de Jackson Browne, Hugh Cornwell (The Stranglers), Bozz Scaggs, Maria Creuza o Bonnie Raitt . Una vasta y fructífera carrera que el mes pasado se vio justamente recompensada con el Premio a la Trayectoria en la última edición de los Premios de la Música Aragonesa. Y, sin embargo, siempre ha jugado el papel de héroe discreto, de figura en la sombra, cuando en realidad se trata de una estrella refulgente en el firmamento musical aragonés.
Para conmemorar estos 40 años, Gabriel Sopeña se ha rodeado de una banda impecable, formada por veteranos músicos como Fletes (percusión), Guille Mata (bajo), Óscar Carreras (teclado), Eva Lago (voz y coros) y los guitarristas Julio Calvo y Jorge Gascón. Un grupo que sabe sonar sólido como una roca o sutil como la seda, según la ocasión lo requiera. La actuación arrancó con la energía de Brillar y brillar; tema compuesto para Loquillo cuya letra constituye un paradigma de lo anteriormente dicho: ''Mírame nena y dime qué ves, soy un tipo normal ... mira al cielo y verás mi estrella brillar y brillar". Siguió después con una canción de su último álbum hasta la fecha, Sangre sierra (2017), titulado Como antorchas y que marcó con su sonido americano el tono general del concierto, con un excelente trenzado de guitarras a cargo de Julio Calvo y Jorge Gascón, en la onda del rock sureño.
Después evocó la época de sus dos primeros grupos, que se sitúa entre las décadas de los 80 y los 90, con los temas Un corazón como tú (del grupo El Frente, con un estribillo adhesivo y una filiación directa con la música de Bruce Springsteen) y Resaca, del grupo Ferrobós, muy en la línea del pop-rock de los 80. Siguió después con Queda tan lejos el cielo, una bonita balada de acentos laidback de su disco Sangre sierra, y con Lisboa, canción envuelta en aromas de fado y vals. Dejó más tarde el papel protagonista a Eva Lago, que interpretó Mujeres de ambas orillas, entre aires de jazz, funk y música brasileña, evocando de forma clara la versión del Piano man que cantaba Ana Belén.
Y tras interpretar Para llegar a ti de Más Birras en clave de country monegrino (con un gran trabajo de guitarra de Julio Calvo), llegó el momento más intimista de la actuación con la onda americana de Cantores (que Sopeña cantaba habitualmente con Mauricio Aznar, pero que aquí lo hizo con Eva Lago) y con el sutilísimo Mai, tema en aragonés que compuso sobre letra de Anchel Conte, que primero interpretó Labordeta, después Manolo García (en castellano) y finalmente los oscenses Olga y los Ministriles, con quienes por cierto Gabriel Sopeña trabajó musicando todo su álbum Es a veces amar sobre textos de poetas aragoneses. Dedicó a su madre, que había sufrido recientemente un derrame cerebral, este Mai, que interpretó solo junto a Eva Lago y apoyado en el teclado de Óscar Carreras. Ya con todo el grupo de vuelta, siguió con el tema Con elegancia, una adaptación (más que una versión) de Avec élégance de Jacques Brel, que hizo para Loquillo y que aquí contó con un sonido mercurial muy a lo Toe Band o la E-Street Band de Springsteen, con el teclista emulando a Garth Hudson y Roy Bittan.
En la recta final sonaron Soltando lastre, que compuso para Loquillo, y El hombre del tambor de Más Birras, todo un guiño al Dylan de Mr. Tambourine Man, que sonó en clave de folk-rock y con un vibrante final en el que los guitarristas se enfrascaron en un trepidante duelo a lo Allman Brothers. Pero, por supuesto, llegó la esperada propina, en la que Sopeña primero interpretó solo con su guitarra acústica el Cass de Más Birras (certeramente dedicada a la actriz recientemente fallecida Laura Gómez-Lacueva), y después, con la banda de nuevo al completo, se despidió definitivamente con el pop-rock de Otro lugar bajo el sol de su grupo El Frente, y, como no podía ser de otra forma, con Apuesta por el rock & roll de Más Birras, que compusieron a medias Sopeña y Aznar y que mucha gente conoce por la versión de Héroes del Silencio. Sonó en clave de country rock y fue el perfecto broche de oro de una magnífica actuación que saldó una deuda pendiente de esta ciudad. Misión cumplida.